Experimentamos el lado sombrío del sanador cuando descuidamos nuestra propia salud y bienestar. Cuidar de nuestra salud requiere un compromiso con los hábitos que afirman la vida. Cuando caemos en hábitos que no afirman la vida, el niño herido del sur revela el aspecto sombrío de este arquetipo: se siente lleno de necesidades, se retira, y acaba siendo un mártir. El arquetipo del sanador tiene un aspecto sombrío que revela nuestra naturaleza adictiva y nuestros comportamientos que niegan la vida. Solemos denominarlos adicciones. Debajo de cada adicción puede muy bien haber un individuo que sea un mártir indulgente, incapaz de buscar su propia salud y bienestar. Cuando insistimos en estos comportamientos abrimos las puertas a la enfermedad y al malestar. Existen cuatro adicciones universales, la adicción a la intensidad. En este caso, el recurso humano no reconocido es la expresión del amor.
La adicción a la perfección. El recurso humano no reconocido es la expresión de la excelencia y el uso justo del poder. La adicción a la necesidad de saber: el recurso humano no reconocido es la expresión a la sabiduría. La adicción a estar atado a lo que no funciona más que a lo que funciona. El recurso humano no reconocido es la expresión de la visión y de la perspectiva holística.
La adicción a la intensidad suele estar presente en los individuos que no soportan el aburrimiento. Si las cosas se vu7elven rutinarias y sin chispa, la gente adicta a la intensidad dramatiza y exagera sus experiencias para sentirse viva. Muchas de estas personas utilizan las drogas, el alcohol o el sexo para intensificar su vivencia y crear la ilusión de más chispa y vitalidad. La intensidad es el lado sombrío del amor. Si la adicción a la intensidad está bien desarrollada, el aspecto que espera ser integrado es el recurso humano del amor y el corazón apasionado de los cuatro compartimientos.
La segunda de las adicciones es la adicción a la perfección, algunas sociedades indígenas perciben claramente la diferencia entre perfección y excelencia. La perfección no tolera los errores, mientras que la excelencia los incorpora y aprende de ellos. Las personas adictas a la perfección muestran poca tolerancia a los errores o a exponerse a cualquier vulnerabilidad, sea el tipo que sea.
La adición a la necesidad de saber es la tercera de las adicciones compartidas por la humanidad. Es importante informarse y saber cosas, pero cuando esta adicción está presente uno se ve impulsado compulsivamente por la necesidad de saber o entender. A estos individuos no les gustan los sucesos inesperados, se convierten en el maestro de control y se tienen fuertes problemas de desconfianza. Nos hacemos dogmáticos, justicieros, críticos, y arrogantes. Estas características son del lado sombrío de la sabiduría. La cuarta adicción a estar atado a lo que no funciona, es que la mayor parte de nuestra vida, cuando la miramos como una totalidad funciona, tan solo es una parte mínima la que no funciona, si esta adicción está muy desarrollada existe, una tendencia a exagerar las experiencias negativas, las cuatro formas de ver nos permiten integrar plenamente el don de la visión y liberarnos de la adicción que nos fija a lo que no funciona. Cuando esta adicción está plenamente desactivada, comenzamos a mirar y valorar las bendiciones, dones, talentos y recursos de que disponemos en nuestra vida.
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