Casi en cualquier campo de conocimiento imaginable hay información que ha empezado a explosionar, a crecer, a expandirse a una velocidad sin precedentes. Se calcula que nuestra base de conocimientos ha experimentado un crecimiento tan rápido que la cantidad de información que en un tiempo se tardaba mil años en descubrir muy pronto paso a descubrirse en quinientos, a continuación en doscientos cincuenta, luego en ciento veinticinco, y así hasta llegar a unos días. Pronto está progresión matemática lo reducirá a una medida de tiempo infinitesimal, y la cantidad de información será infinita.
La menta lineal, o hemisferio izquierdo del cerebro, no puede captar las implicaciones que esto tiene en la práctica, así que dependemos para ello del hemisferio derecho, que tiene una capacidad de pensamiento multidimensional. Si comprendemos que no existe realmente vacío en el espacio, que el espacio está lleno de información infinita, nos damos cuenta de que estamos ya rodeados e interpenetrados de información. Mediante el proceso de inducción, campos magnéticos solapados hasta el infinito informan instantáneamente a nuestro pequeño campo magnético biológico, y gracias a ello tenemos conocimiento privilegiado de toda la información existente en el universo entero. Siempre ha sido así, sólo que no nos dábamos cuenta. Esto es lo que todos los grandes maestros iluminados descubrieron: que podían acceder a la totalidad del conocimiento del universo, que lo tenían al alcance de la mano, o, más exactamente, en medio del pecho, donde reside el Chamán Interior. Jesús, el Buda, Krishna y Lao Tzu (por nombrar sólo a unos pocos) lo sabían.
Vamos a examinar esto con más detalle para que entiendas con claridad la gran fortuna que es tener lo que tienes a tu alcance: el poder extraordinario del que hablan los libros sagrados y los grandes maestros de todos los tiempos. Cuando intentas armar un rompecabezas, suele ser más fácil empezar por el marco y luego ir rellenando las piezas del medio hasta tener el cuadro completo. Así que vamos a comenzar por los márgenes y avanzar hacia el centro ensamblando las piezas hasta formar una estructura coherente.
Ha sido en estos últimos quince años hemos sido capaces de elaborar un mapa del genoma humano y hasta cierto punto descifrarlo. Los seres humanos tenemos alrededor de veintitrés mil pares de genes, un número similar al de nuestro primo el chimpancé, y menor que el de algunas plantas. De hecho, si miramos el embrión temprano de una tortuga, una serpiente, un mono, una gallina y un ser humano, es difícil diferenciarlos.
¿POR QUÉ HABLO DE GENES?
Porque los genes son portadores biológicos de datos y nos dan acceso a una cantidad de información infinita en nuestro propio cuerpo. Toda la historia de la raza humana está contenida en nuestro acervo genético, pero eso no es todo. Cada gen dispone de un diminuto campo magnético, y entre todos tienen un campo magnético mayor. Y dado que todos los campos magnéticos del universo se solapan e instantáneamente se transmiten toda su información sobre todo las vidas pasadas, las lecciones que has aprendido, los compromisos que has contraído, donde crees estar ahora y quién crees ser en este momento. Tu genoma, por tanto es una biblioteca multidimensional de identidad personal, global y espiritual.
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