Una búsqueda por entender la naturaleza
Las creencias aztecas intentaban con sus prácticas y rituales atraer aquellas fuerzas naturales favorables a la existencia humana, y de ahuyentar aquellas que por el contrario, representaban una amenaza o eran perjudiciales para los mismos.
La dirección espiritual dependía directamente de las costumbres sociales, así que los objetivos morales de las religiones de hoy en día no existían. Los aztecas y sus antepasados tenían la creencia de que las fuerzas de la naturaleza obraban para bien o para el mal tal como lo haría la humanidad, por lo tanto, era lógico personificar estos elementos como dioses y diosas.
Los rituales
Los rituales consistían en realización de ofrendas, oraciones y realización de actos simbólicos para inducir a los poderes divinos a obrar por el bien de las civilizaciones.
Algunos hombres elegidos entre el grupo, investigaban cómo operaban las fuerzas de la naturaleza para encontrar y desarrollar métodos mágicos o rituales para lograr que actuaran a favor del hombre, es así como se conocen los rituales que hasta el día de hoy las personas siguen efectuando para dirigir a la naturaleza a lo próspero. De esta forma, la religión azteca fue una consecuencia del reconocimiento y el temor por parte de la humanidad a las fuerzas naturales y del intento por dominarlas y dirigirlas.
Lo cíclico de la naturaleza
Así como la naturaleza sucede en constantes repeticiones y ciclos tales como el nacimiento, la madurez y la muerte, el suceder de la noche y el día, lo invariable del pasar de las estaciones del año, y el movimiento de los planetas dando vueltas en el espacio, la filosofía azteca se dedicó a descubrir cuáles eran esos ritmos y entenderlos, pues según ellos eso derivaría en la supervivencia de las comunidades, de esta manera el ritmo y la forma llegarían a ser partes esenciales del culto y encuentran su expresión en el rito y en la religión, en el arte, en la filosofía y en la ciencia.
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