Las herramientas de poder del sanador incluyen los cuatro bálsamos sanadores universales, el trabajo del viaje con tambores, la meditación tumbada y el trabajo de acunar.
Cada cultura tiene distintas formas de mantener la salud y el bienestar. Los sanadores de todo el mundo reconocen la importancia de practicar o recuperar los cuatro bálsamos sanadores universales: relatar historias, cantar, bailar y estar en silencio. Las sociedades chamanicas creen que cuando dejamos de cantar, bailar, dejan de gustarnos las historias o nos sentimos incómodos en silencio, experimentamos una pérdida de alma que abre la puerta a la enfermedad y malestar. El sanador habilidoso recupera el alma utilizando los bálsamos sanadores. Se ha reconocido desde hace mucho tiempo que estos bálsamos sanadores nos despiertan, sustentan al niño divino que habita en nosotros y nos devuelven la esperanza, la sorpresa y la maravilla.
Las culturas aborígenes transmiten sus valores, su ética y sus creencias espirituales a través de canciones, bailes, rituales silenciosos, oraciones y relatos.
La memoria humana es un gran almacén que normalmente llenamos solo una fracción de su capacidad. Los ancianos lo sabían, y por eso ponían a prueba y entrenaban su memoria, junto con los demás sentidos de forma que las historias y tradiciones, de la gente pudieran conservarse y transmitirse. Una de las tradiciones orales más importantes era la de relatar y conservar las historias sobre los orígenes.
Las culturas indígenas reconocen que contar historias puede reformar la experiencia de un individuo y su historia personal.
Muchos chamanes y curanderos son narradores consumados. Se les suele llamar “los que cambian de forma” por qué tienen la capacidad de cambiar la forma de la historia de un individuo incluso cambiar su propio aspecto físico. Un chamán que tenga esta capacidad es considerado como un catalizador de la sanación y un agente del cambio.
El hecho de prestar atención a nuestra propia historia personal nos permite reabrir el corazón y conectar con los demás bálsamos sanadores universales. Esto a su vez nos permite experimentar el recurso humano del amor, la fuerza curativa más poderosa de la madre tierra.
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