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La cura chamánica yanomami y su eficacia.

Entre los Yanomami se utiliza el término genérico nofirëaï para referir a la acción de curar un enfermo. Realizado por un chamán el acto terapéutico se ejecuta generalmente en presencia de una audiencia compuesta de parientes y aliados masculinos, habitantes de la casa colectiva a la cual pertenece el enfermo, y, eventualmente, de vecinos o visitantes. Ocurre fundamentalmente para resolver los desórdenes provocados por la existencia de entidades patógenas (wayuwayu pë nï) en el cuerpo del enfermo. Estas entidades que provienen de sustancias tóxicas incorporadas por el individuo o introducidas en el cuerpo del enfermo por un brujo enemigo o por unos de los seres malévolos del universo se encuentran conceptualizadas como verdaderos objetos patógenos. Tienen una energía propia (pufi)1 que es responsable de los trastornos del estado general y de las modificaciones sensoriales, principalmente las fiebres y los dolores experimentados por el sujeto. Los chamanes son los especialistas idóneos para dar un diagnóstico, por ser los únicos individuos capaces de ver dichos objetos en el cuerpo del enfermo. De la misma manera, ellos son los únicos capacitados para extraerlos por un acto que representa la condición indispensable para la curación del individuo (harukō, recobrar la salud).

Apartir del momento en el que un individuo sufre un trastorno funcional que afecta, por poco que sea, su estado general, su entorno busca la ayuda de un chamán. Este último acude al llamado y examina a la persona. Le cubre la cabeza y la frente con sus manos y así observa de manera muy concreta (wapaï, evaluar) la gravedad de la enfermedad mientras que el enfermo, o su familia, le describe los síntomas. Considerando estos primeros elementos el chamán define el tipo de acto chamánico que se va a realizar.

6Sin poder detallar todos los casos, expondremos tres ejemplos de prestaciones de curación chamánica que corresponden a diferentes grados de gravedad del mal.



Según la representación de los Yanomami el cosmos es habitado por una multitud de espíritus.

Los objetos patógenos son propios a cada enfermedad. Los del resfriado son denominados shawara këp.

El diagnóstico de los males benignos se efectúa en el momento del examen. Es el caso para el resfriado y la tos comunes, así como los dolores superficiales. En estas situaciones, apenas realizado el examen, el chamán tan sólo moviliza los espíritus auxiliares apropiados para remover los objetos patógenos inherentes al mal. Logra ese propósito mediante movimientos de las manos ejecutados sobre el cuerpo del enfermo (fokokaï), movimientos que podemos describir como gestos de tipo magnético. Los objetos patógenos así extraídos generalmente son invisibles para la asistencia.

En el caso de dolores de muela, el chamán regurgita, por ejemplo, un gorgojo, en el caso de dolores.

En algunas circunstancias, como los dolores de muela, los dolores del bajo vientre o las astillas infectadas el objeto patógeno a menudo se extrae de forma visible. En este caso el chamán regurgita (fefoo) por su boca un pequeño coleóptero o un pedacito de madera.


Anotaremos brevemente que existe una relación entre las propiedades de los seres que existían.

La simplicidad de la instrumentación a la cual el chamán recurre en esas situaciones, está relacionada directamente con la benignidad de las afecciones y la generalidad del saber que las conciernen. El chamán explica que sus espíritus auxiliares ven de inmediato (tararei, descubrir con la mirada) los objetos patógenos en cuestión y son capaces de extraerlos sin dificultad gracias a su mirada penetrante y a la sensibilidad de sus dedos. Ellos los sacan del cuerpo del enfermo –corresponde al momento en que el chamán ejecuta externamente los movimientos de extracción con sus manos– y los entregan a otros espíritus que proporcionan al chamán la capacidad de regurgitarlos. Todos estos espíritus, descritos –como los demás– con forma humanoide, tienen la reputación de poseer tales propiedades sensoriales y motrices. Sin embargo, el chamán agrega que las competencias específicas de sus espíritus auxiliares se deben a la energía (pufi) particular que activa la materia que los componen. Es por la singularidad de su energía y de sus capacidades que estas entidades han sido seleccionadas como espíritus auxiliares.




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